La Sonrisa del Fútbol
LA SONRISA DEL FÚTBOL
En el lejano 1998 comenzó a escribirse la historia de una leyenda distinta a las demás. No es el jugador con mayor cantidad de goles en su club o selección ni tampoco ha roto importantes récords históricos en su trayecto como profesional.
Esta es la historia, estimados lectores, del jugador símbolo de la belleza en el deporte, de la sonrisa, la alegría y el carisma plasmados en dos pies y un corazón enorme: Ronaldinho Gaúcho.
Jorge Valdano pronunció una vez: " Algunos dirán que en el fútbol solo interesa ganar y otros, más cándidos, seguiremos pensando que si esto es un espectáculo también importa gustar.".
También importa gustar... ¿Qué tiene que gustar? Un brasileño nacido en Porto Alegre nos lo mostró: tiene que gustar el fútbol, no el jugador.
El fútbol gusta si se embellece cuando es llevado hasta sus raíces, protegido de la corrupción y el dinero. Fue ese brasileño el mismo que enseñó a cuidar, querer y tratar con sutileza el balón.
Lo dije en un comienzo y lo vuelvo a repetir: Ronaldinho es una leyenda diferente, quien agregó el condimento perfecto para el fútbol de nuestro siglo.
¿Qué tiene de diferente este crack? Una leyenda del deporte es forjada en base a su carrera, sus logros y reconocimientos tanto individuales como grupales. Lamentablemente para esta causa, el brasileño no cumple con una exitosa carrera como futbolista debido a sus declives en rendimiento.
¿Entonces cómo? Entonces arribó al planeta fútbol un jugador con capacidades anormales para jugar y una técnica no solo reconocida por el mundo entero, sino también transformada en un símbolo del deporte rey.
Ronaldinho no siguió el camino de una leyenda cualquiera. Él tomó lápiz y papel, tocó un balón y comenzó a forjar un nuevo camino hacia la cima. Condimentos hechos a base de picardía, elegancia y magia fueron los que el brasileño utilizó para conquistar a todos y cada uno de los aficionados del fútbol.
Marcaste una época, fenómeno. Fuiste el gestor y referente del Joga Bonito, el Juega Bonito, porque jugar bonito es bonito de ver y bonito de hacer, bonito de admirar y bonito de crear, bonito de reconocer y bonito de preparar. El fútbol fue bonito cuando un brasileño que tildaban de feo por su apariencia física hizo del deporte una fantasía y un espectáculo capaz de cautivar a millones de corazones alrededor del mundo.
Pero todo lo que sube alguna vez tendrá que bajar. Que caiga de la manera apropiada o no depende de uno mismo, y todos sabemos cómo Ronaldinho decidió caer de la gloria.
Las fiestas y la actividad nocturna fueron los amargos lápices que terminaron de escribir la historia de Ronaldinho en la élite, así como acabándose la tinta sin la capacidad de volver a remarcar.
Más que tú, fuimos nosotros los que pagamos las consecuencias de tu irresponsabilidad. Tus sueldos continuaron siendo elevados y tu vida continuó alegre en conjunto de la familia, pero nosotros, los aficionados del buen fútbol, pagamos caro la caída de un genio mundial, perdimos al héroe de muchísimas personas.
El sueño de tantos, el verte transformado en el mejor jugador de la historia, se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, o mejor dicho, en un abrir de botellas y cerrar de oportunidades.
Somos nadie para culpar las decisiones de un futbolista, y quizás mis palabras no fueron las apropiadas al contexto, pero sí decepciona que el mismo fenómeno que nos hizo reír y delirar con regates y maravillas sea el mismo que nos abandonó por noches de diversión y distorsión.
Jamás olvidaremos a Ronaldo de Assis Moreira, de eso no cabe duda. Pero así como no olvidaremos sus inigualables jugadas, su calidad indiscutible y su técnica única para tratar el balón, tampoco olvidaremos que nos hipnotizó hasta la cumbre del fútbol con sus actuaciones y luego nos dejó caer en su fatal realidad.
Muchas personas tildan al ex '10' de Brasil como el mejor jugador del mundo por sobre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
¿Que Ronaldinho innovó el fútbol? Cierto. ¿Que Ronaldinho fundamentó el fútbol de una manera diferente? Cierto. ¿Que Ronaldinho fue el mejor jugador del mundo? Cierto.
Aún así, estimados lectores, Ronaldinho jamás estuvo ni estará al mejor nivel del argentino y portugués.
Tenemos que aceptar que los dos genios de la actualidad están un peldaño más arriba que el resto de los futbolistas, y ni el mismísimo brasileño es capaz de alcanzarlos.
Una historia llena de magia fue escrita y el libro que la contenía se cerró para siempre; esa magia ya no volverá, pero la calidad permanecerá por siempre.
Hoy en día es nostálgico y agradable presenciar los regates de Ronaldinho en el continente americano. A fin de cuentas es lo que debemos hacer, agradecerle a base de admiración y recuerdos en la memoria que confirman el jugador que algún día fue.
Disfruten el fútbol que tenemos, porque cuando jugadores como Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Ángel Di María, James Rodríguez, Luis Suárez, Arjen Robben, Franck Ribéry, Zlatan Ibrahimovic, Wayne Rooney, Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Gareth Bale, Eden Hazard, Thomas Müller, Marco Reus, entre muchísimos más, cuelguen los botines, se arrepentirán de cerrarse a la idea de que Ronaldinho es el mejor jugador del mundo.
La sonrisa del fútbol fue el símbolo fundamental de una época mágica y fantástica, Ronaldinho lo fue. Pero así rió y cautivó, la sonrisa se ahogó en un gris mundo de fiestas y alcohol.
Recordemos la esencia, guardemos la alegría que sentíamos en años pasados cuando el brasileño tocaba un balón y protejamos su trayectoria con reconocimientos en la memoria.
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Gracias, Ronaldinho, gracias por enseñarnos que por sobre todas las cosas que pueden importar en el fútbol, lo más fundamental es el carisma, la honestidad y la alegría. Luego a tomar un balón y el resto es historia.
A pesar de todo, la pelota no se mancha y lo que queda es la SONRISA Y LA MAGIA.
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